La dramatización como expresión
Dada la
naturaleza de la dramatización como actividad inserta en el Área de Expresión
Dinámica, cabe atribuírsele dos objetivos fundamentales:
Desarrollar
la expresión bajo sus más variadas formas.
Potenciar
la creatividad a través de los distintos tipos de expresión coordinados.
La
posibilidad de alcanzar estos objetivos con plenitud reclama para la
dramatización un puesto en las tareas educativas, por derecho propio, puesto que
ninguna actividad como ella puede desarrollar la expresión y la creatividad de
forma tan singular. En efecto, los distintos tipos de expresión aparecen en la
dramatización -así como en el teatro, así como en la vida- aunados y
coordinados con total interdependencia. En esto aventaja sensiblemente la
dramatización a otras actividades educativas en las que el cultivo de la
palabra, del gesto, de la imagen, de la música o del movimiento deben
realizarse separadamente.
Dentro del
panorama educativo es sabido que a la dramatización se le atribuyen otros
objetivos como favorecer la comunicación. Más que un objetivo en sí mismo
constituye una consecuencia lógica del perfeccionamiento de los medios de
expresión y de la potenciación de la creatividad. De la misma manera puede
asignársele, dentro de la comunicación, la virtud de ser excelente auxiliar
para facilitar la adquisición de conocimientos.
Pero si
bien se mira, estas posibilidades auxiliares de la dramatización -para
propiciar vivencias religiosas, históricas o culturales, por ejemplo, la
emplean algunos- en modo alguno deben considerarse objetivos fundamentales y
mucho menos empañar o empequeñecer la función primordial de la dramatización
que tiene virtualidades educativas peculiares suficientes para educar por sí
misma, sin necesidad de convertirse en sierva de otras disciplinas.
La
dramatización en la escuela no persigue la formación de actores, ni fomentar el
gusto por el teatro, ni despertar vocaciones o afición por el arte dramático.
El teatro, como manifestación cultural, ha de tener poder de convocatoria para
conseguir tales metas. Y, si no las consiguiera, sería porque habría perdido
vigencia en la sociedad y se habría transformado en un arte caduco. En
consecuencia, estaría condenado a desaparecer del panorama de las
manifestaciones culturales vivas para refugiarse en la historia.
La dramatización en la Educación General
Básica contribuirá, tanto a despertar vocaciones para el arte dramático como a
fomentar el gusto por el teatro. Sus objetivos básicos seguirán centrados en la
educación integral del alumno, lo mismo que sucede con la enseñanza de las
Matemáticas o del Lenguaje, cuyos objetivos, en los estadios elementales de la
educación, no persiguen la formación de matemáticos o de lingüistas, sino la
formación de hombres. Para lo otro existen niveles especializados posteriores a
la educación primaria.
El análisis de los diversos recursos
expresivos empleados por el teatro nos proporcionará la clave para entender la
dramatización como fenómeno de expresión complejo, ya que tales recursos
expresivos les son comunes.
En este análisis descubrimos que el teatro
integra:
La
expresión lingüística, comprende todo lo relacionado con la palabra, tanto oral
como escrita.
La expresión
corporal, supone el empleo adecuado del gesto, frecuente auxiliar de la palabra
oral a la que a veces añade matices particulares.

La
expresión rítmico-musical, cuyas aportaciones a la dramatización son decisivas
o, por lo menos, significativas. La integración en un solo tipo de expresión de
la danza y de la música está justificada por la propia naturaleza de estas
manifestaciones artísticas, y su lógica interdependencia.
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